miércoles, 17 de febrero de 2010

XV - El siniestro ser flotante

El laboratorio apestaba a putrefacción y líquido de embalsamar. Los hombres y mujeres de diversas razas se apiñaban en la puerta, entre las velas verdosas y los tubos de ensayo, contemplando a aquella criatura que dominaba la sala, flotando entre sus ropajes extraños y con el rostro descarnado. Malicia hablaba con voz suave, casi adormecedora.

- Entre los especímenes que podemos alzar, nos encontramos con una gran variedad - comentaba - con diferencias cualitativas que dependen del estado de la muestra. Cualquiera puede levantar un zombi sin cerebro, ¿verdad? Sin embargo, los especímenes más especiales, con mayor capacidad de raciocinio y un estado físico inmejorable, requieren de un proceso mucho más complejo.

Kalervo no podía apartar la vista de aquel siniestro ser flotante que parecía observarle desde el fondo de la habitación rectangular, mientras hacía flotar un vial de cristal en torno a sí. Los estudiantes y la instructora parecían sentir una peculiar reverencia hacia él, pero en su caso sólo le provocaba asco y miedo.

- Solo la magia excepcional de nuestros honorables superiores, además de un trabajo exhaustivo de alquimia reanimadora son capaces de obtener este tipo de resultados. Pero la materia prima también es importante: especímenes frescos, con almas subyugadas y capacidades altas en vida darán lugar a un resultado mucho más favorable.

¿Especímenes frescos? Kalervo volvió la mirada hacia la mesa de trabajo en torno a la cual se movía la abyecta criatura. Una figura blanca e inerte yacía sobre la superficie pulida, como un trozo de carne esperando ser troceada en el matadero. Cuando la instructora guardó silencio, llegó a sus oídos una suerte de gorgoteo espectral y la mano pálida que colgaba de la mesa se agitó con un temblor repentino, mientras el Lich dejaba que sonaran algunas palabras susurrantes, extrañas, y una nube púrpura de Sombras se enredaba entre sus dedos huesudos. Y entonces la carne sobre la mesa gritó. Un aullido estremecedor, sobrehumano, de puro pánico y sufrimiento inundó el salón, y la figura comenzó a convulsionar violentamente.

- No todos son adecuados - prosiguió la mujer, ajena a aquel sonido espeluznante - y los resultados siguen siendo impredecibles. Pero hasta los fracasos son triunfos en nuestra Escuela, todo tiene una utilidad y puede ser aprovechado. La carne sirve para alimentar a otras criaturas, se pueden ensamblar algunas piezas del cuerpo y potenciarlas con fuerza superior, o dejar el especimen reducido a un esqueleto alzable y listo para ser recompuesto.

Kalervo, pálido, tenía los dedos cerrados sobre la tela de la toga y se sentía incapaz de respirar. Ella siguió hablando, pero sólo podía prestar oídos a aquellos chillidos desesperados y los movimientos espasmódicos de la criatura. La garra blanca del lich, que giraba alrededor de la mesa, se hundió en el pecho del cadáver animado y una bruma helada les cubrió a ambos. Los gritos se acallaron y la carne dejó de agitarse.

- Sigamos.

La dama hizo una reverencia y los estudiantes se inclinaron respetuosamente ante la criatura. Kalervo se dio la vuelta, temblando, y les siguió al exterior del siniestro sótano, con el pánico pegajoso pegado a la garganta y conteniendo las náuseas. Se volvió una sola vez para contemplar al siniestro ser flotante, y a la deforme criatura que se incorporó en la mesa de operaciones, con una mirada vacía y la mandíbula desencajada en una mueca de terror que sería borrada por la descomposición de la carne una vez los líquidos embalsamadores hubieran dejado de fluir por su nariz y orejas.

1 comentario:

  1. O.O Absolutamente repugnante y espeluznante. Menos mal que no lo he leído justo antes de acostarme...

    ResponderEliminar